Un espacio de información y libertad

expectativa

El abandono

Nov 4, 2024

Compartir

El abandono es una sombra persistente, una marca profunda en aquellos que han sido olvidados, dejados atrás, despojados de lo que un día fue pertenencia. 

El abandono va más allá de una simple ausencia; es un acto que se clava en el alma, alterando no solo la rutina diaria, sino especialmente el espíritu, sentimiento que se manifiesta en la frialdad de una soledad no elegida, en el eco de un silencio que ocupa un espacio vacío alguna vez colmado de voces, promesas, vivas, apoyo y compromiso.

Visto desde una comunidad, el abandono transforma un territorio en una área sin vida, un paisaje que resiste, pero que en cada rincón lleva las cicatrices de la indolencia y el olvido, desolación que se hace tangible en calles desiertas, edificios en ruinas, y tierras secas sin la caricia de una mano que las cultive ni la bendición del agua que las nutra,  “elefantes blancos” que fueron iniciados entre celebraciones, discursos, cortes de cinta, develación de placas, cocteles, fotos y fanfarrias y luego son rincones fantasmas tirados cínicamente al olvido.

En una persona, el abandono es algo parecido, es una carga intangible y densa, una sombra que se filtra en cada instante, que duele en la falta de acciones y de compañía, en las palabras ausentes que un día fueron consuelo, un tiempo de espera sin final, una promesa rota, una desvinculación de esos embaucadores que eran parte del camino y ahora andan divagando en otros senderos, un vacío constante, una nostalgia afligida, una pesadilla que martilla de manera constante y que soporta el peso de cada paso.

El abandono no está solo en lo que falta, sino en lo que permanece, es la carga de lo ausente, el recuerdo de lo que fue, la impotencia de saber que ya no volverá, es como una herida abierta que nunca cicatriza, una voz que llama sin respuesta, en fin, es un triste panorama que a la postre desemboca en irreversibles consecuencias. 

Dentro de una pareja, el abandono es un vacío que crece lentamente, alimentado por promesas olvidadas, responsabilidades descuidadas y fantasías compartidas que se transforman en lucha solitaria de aquel que resultó sin saber a qué horas, echando todo al hombro. 

Es decir, que uno carga solo el peso de lo que antes era de ambos, en un proceso devastador y cruel, donde los pequeños gestos cotidianos, la indiferencia, la falta de esfuerzo, la evasión de los deberes y el mutismo, construyen una separación invisible y una falta de presencia casi más dolorosa que la distancia física.

Para quien se queda sosteniendo esos propósitos, el abandono transforma la vida cotidiana en un recordatorio constante de lo que fue olvidado, porque aquellas tareas antes participadas recaen ahora solo sobre sus hombros; los proyectos soñados se vuelven castillos de arena, desmoronados por el tiempo y la abulia y el hogar, que una vez fue refugio de tantos propósitos, es luego  un espacio extraño, colmado de adeudos que ahora se sienten como una carga inmensa para quien terminó lidiando en solitario con ellos. 

La excusa, “tengo derecho a realizar mis sueños”, se vuelve la frase de comodín de quienes, en su huida, olvidan los compromisos colaborados y aquellas quimeras que exigían solidaridad y esfuerzo mutuo, porque el abandono en cualquier forma es testigo de cómo alguien que fue compañero de viaje se transforma en figura lejana, distante y resbaladiza, alguien que desconoce o subestima la historia construida juntos, marchando hacia proyectos individuales, quizá más ilusorios como los que un día dejó botados y a su suerte.

expectativa

El abandono

Nov 4, 2024

Compartir

Scroll al inicio