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¿Perdón y olvido?
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Definitivamente, el pasado alcanza y agarra el presente, impactando nuestras vidas de manera inesperada y persistente.
Las experiencias o decisiones pasadas que continúan afectando nuestras emociones, relaciones o decisiones actuales, son recurrentes, por lo que deshacernos de esas sombras resulta casi que imposible, de ahí la importancia de aceptar convivir con ellas.
Los sucesos históricos que siguen teniendo repercusiones en la sociedad contemporánea, las políticas o providencias de gobiernos pasados que aún tienen efectos en la situación actual de una nación, las consecuencias de malas y fallidas administraciones que todos los días pasa cuenta de cobro y por supuesto las personales que llegan en los momentos de tranquilidad para desestabilizar el espíritu son el reflejo de lo que otrora se ha procedido.
El pasado tiene, entonces, un impacto significativo en nuestra existencia y en especial las experiencias que van moldeando el comportamiento y nos ayuda a entender quiénes somos, porque las interacciones, logros, fracasos y relaciones, contribuyen a la formación de una identidad propia.
Las acciones tempranas establecen patrones de comportamiento que seguimos repitiendo a lo largo de la vida y esos patrones pueden ser positivos como hábitos saludables o negativos como enquistamientos autodestructivos.
Los eventos y las influencias del pasado, como la educación, la cultura y la familia, influyen en nuestras creencias y valores, y ellas determinan cómo percibimos el mundo y cómo tomamos decisiones.
Traumas o marañas negativas del pasado tienen efectos duraderos en nuestra salud mental y emocional y los problemas no resueltos se manifiestan en la ansiedad, la depresión, el estrés postraumático y otra clase de alteraciones expuestas en diferentes etapas de nuestro calendario.
Las usanzas influyen en cómo nos relacionamos con los demás y, tanto positivas como negativas, afectan nuestra capacidad para confiar y conectarnos con otras personas, ya que las decisiones anteriores, sean acertadas o erróneas, tienen consecuencias perpetuas, por lo que los éxitos pueden abrir oportunidades futuras, mientras que los fracasos son lecciones y barreras para superar.
El pasado de una comunidad o sociedad moldea su cultura y tradiciones y esos aspectos originarios influyen en las normas sociales, las prácticas y las expectativas de comportamiento, porque las historias y experiencias de generaciones anteriores hacen parte de nosotros, incluidas las tradiciones familiares, valores transmitidos y expectativas.
Comprender y reflexionar sobre el impacto del pretérito es crucial en el crecimiento personal para romper patrones negativos, por lo que la terapia y otras formas de autoexploración, ayudan a procesar y superar influencias negativas del ayer, permitiendo vivir de manera más libre y plena en el presente.
Lidiar con el pasado es un completo desafío, sin embargo, hay varias estrategias que nos pueden ayudar a llevarlo en proporciones justas, una de ellas es aceptar que no podemos deshacer lo que ya está hecho, entonces, reconocer y admitir nuestras experiencias, es el primer paso para avanzar.
Permitirnos sentir las emociones asociadas con el pasado, sin juzgarnos, ayuda mucho a procesar o liberar y sin duda la terapia puede ser muy efectiva para enjuiciar estilos anteriores y aprender a manejarlas de manera saludable. Una terapia ofrece siempre herramientas y estrategias específicas para erradicar traumas y patrones negativos.
Desarrollar una mentalidad de crecimiento y ver el pasado como una fuente de aprendizaje es muy oportuno, porque cada práctica del ayer, incluso las negativas, nos enseñan y dejan algo para reevaluar, analizar, valorar y son siempre aleccionantes.
Enfocarnos en cómo hemos crecido y cambiado desde entonces, nos acerca a vivir el presente, por lo que practicar la atención plena para mantenernos anclados en el hoy es muy aconsejable y, esto se logra, también, a través de la meditación y otras destrezas de mindfulness que ayudan a enfocarnos en el aquí y en ahora.
Practicar hábitos y rutinas que nos mantengan centrados en el presente, como el ejercicio, la lectura o actividades creativas, aproximadas en los objetivos y aspiraciones futuras, da una sensación de propósito y dirección que definitivamente son de gran ayuda.
Crear un plan de acción para alcanzar metas y trabajos en el paso a paso de nuestras intenciones, mantener relaciones saludables y apoyarnos en amigos y familiares que nos otorguen afecto y comprensión es también muy importante y para ello debemos evitar a personas o situaciones que nos recuerden constantemente el pasado de forma negativa.
Cambiar la narrativa sobre el ayer y enfocar las experiencias para encontrar aspectos provechosos o lecciones aprendidas, es también una forma muy aconsejable que los expertos catalogan de cura y sanación para despojarnos de esas tenebrosidades que, aunque repito están atadas a nosotros, se deben aceptar, porque no somos otra cosa que el resultado de lo que hemos hecho.
Trabajar en el perdón, tanto hacia los demás como hacia nosotros mismos es fundamental, porque el perdón no significa olvidar, sino liberar la carga emocional asociada y para ésto, la práctica de técnicas de liberación emocional, cómo escribir una carta y luego quemarla o romperla ayuda mucho, de ahí la importancia de despojarnos de cada elemento que nos acerque a esas efemérides antiguas: olores, objetos, prendas, colores, fotografías y en fin, todo lo que se manifiesta como una revelación de otras épocas.
Definitivamente, involucrarnos en actividades que nos apasionen y nos hagan sentir bien es el detonante de una mudanza de piel, donde las tormentas primeras y el látigo que llegan a castigarnos de manera permanente, se sientan diezmados hasta que se cansen de tanto ir y venir en esas noches eternas.
Tan importante es aplicar metodologías de sanación, perdón y olvido, cómo entender que, justificar nuestros errores y aferrarse tercamente a defender lo indefendible, jamás será una conveniente estrategia, porque lo único que hará es acrecentar esa sombra feroz, convirtiéndola en monstruo incontrolable que definitivamente nos ganará la batalla.