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¡Y de folclor pocón pocón!

Feb 5, 2024

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Los colombianos nos deleitamos con algunos programas que como el reality que pone en escena el talento de los niños, nos permite salir de la rutina tediosa de series de baja monta con apologías al sicariato, el crimen y el narcotráfico.

Cada día entendemos más que en el territorio nacional, por donde se le mire, hay una cosecha enorme de talentosos chiquillos que necesitan, si o si, de la mano amiga del estado y el empresariado, a fin de perfeccionar su experticia y hallar derroteros de vida que los conduzcan a futuros esperanzadores.

Niños con una formidable capacidad interpretativa, tanto vocal como de algunos instrumentos, la mayoría de ellos, ávidos de un profesional de prestigiosa condición que los asista para educar su voz y corregir esas malformaciones que se van enquistando por no tratarlas a tiempo.

Lo triste del asunto y que nos llama a establecer una cruzada urgente como política de estado o iniciativa de líderes y organizaciones no gubernamentales, es escuchar los repertorios escogidos por padres e infantes, donde predominan letras para adultos que hablan de despecho, traición, morbo, violencia y otros modelos poco útiles para los críos y más en las actuales circunstancias por las que atraviesa la humanidad con el irracional manejo de las redes sociales.

Todos los aires merecen nuestro respeto; sin embargo, la ausencia del folclor colombiano es casi total en esta clase de programas y apenas una agrupación y una solista vocal llevaron aires de la zona andina colombiana como la carranga y el bambuco, obteniendo además los mejores comentarios y asegurando su paso a próximos episodios.

Llevamos tanto, pero tanto tiempo insistiendo con este tema, y adelantando acciones que, si bien han favorecido a una camada enorme de hoy acreditados y aplaudidos artistas, seguimos soñando con ver en las instituciones recobrada la cátedra de estética para apreciar lo nuestro antes de abordar otros aires que, si bien merecen nuestro concepto, a veces en reserva, debemos insistir en indagar primero en las remembranzas del ancestro para entender la valía del saber originario.

En varias de mis columnas y en espacios que seguimos haciendo como “Por Ti Colombia” el podcast emitido ahora desde la plataforma digital de La Palestra, trabajamos sin pausa para afincar en el corazón de los niños los aires de la extensa geografía colombiana y los bellos versos creados por colegas, tanto de otrora como de hoy, con una exquisitez de contenidos y frases reconfortantes que educan, moldean, embelesan y aleccionan.

Si los padres y maestros lograran algún día entender lo benéfico que es para un niño de 4,5 o 6 años escuchar y entonar canciones con elementos digeribles acorde a su edad, este país cambiaría vertiginosamente de rumbo, porque se disminuiría la violencia, el maltrato a la mujer, el matoneo y tantas otras malformaciones sociales que nos tienen al borde del abismo, muchas de ellas contenidas en los textos de algunos géneros y canciones.

Lo digo noche y día, lo aplico en mis cruzadas culturales y lo sustento con hechos: “nadie ama lo que no conoce” y por eso será siempre más útil dejar que en la escuela y los hogares suenen nuestros aires nacionales, tanto los de ayer, hechos de manera empírica pero hermosa, como los de hoy, llamados “nuevas expresiones” con arreglos y versiones vanguardistas enriquecidas por grandes y prestigiosos arreglistas.

El desconocimiento y la «chabacanería» es total y los protagonistas de aberrantes contenidos son hoy foco y ejemplo que siguen inconscientemente los niños, secundados por sus progenitores que, por darle gusto y auspiciar sus pataletas, “pintoretean” a sus niñas y las visten con prendas que no corresponden a los tiempos de una chiquilla y menos las canciones y movimientos que las ponen a hacer para llamar la atención de amigos y vecindario.

Que extraviados están estos mayores y lideres, alborotados por algunos medios de comunicación que hoy rinden culto al desagravio, la grosería, el desacato, la irreverencia y la pornografía infantil, sin medir siquiera las consecuencias de sus equívocas acciones y lo que ocasionan estas erradas prácticas a futuro.

Ya perdí la cuenta de las veces que me he referido a este tema y lo seguiré haciendo a través de estos mecanismos comunicacionales, porque al otro lado de la orilla hemos podido conducir a miles de niños y jóvenes por caminos certeros, que a la postre, les ha dado el reconocimiento y una alternativa de vida, de la que nos sentimos orgullosos.

En los festivales del país y en medio del oscuro túnel, se atisba una luz de anhelo, toda vez que para fortuna de la identidad hoy son los niños y jóvenes quienes llegan a los escenarios donde se promueve y difunde el folclor, haciendo magistrales interpretaciones con unos grados de dificultad asombrosos.

Si educamos con el ejemplo, aquí les dejo varios modelos para que se tomen un tiempo y escuchen obras bellísimas con contenidos aptos y en línea con la edad de los infantes:

“Chino Pasillo” de Jorge Humberto Jiménez – “Y soy Feliz» y «Amo esta Tierra” de Leonardo Laverde Pulido “Los trenes” de Gustavo Adolfo Renjifo – “Soy” de Ancizar Castrillón y Fernando Salazar – “Colombia” de José Jacinto Monroy – “Vivir Cantando” de Lucho Vergara – “Los animales” de María Olga Piñeros y Mauricio Lozano – “MI ángel de la guarda terrenal” de John Jairo Torres de la Pava “Mi sueño” de Luis Enrique Aragón Farkas – “Lero lero” de Jorge Velosa – “Decir adiós” de María Isabel Saavedra – “La vida está por empezar” de Martha Gómez – “Tierra de mis sueños” de Doris Zapata – “Coclí coclí” de Sonia Martínez “Somos juventud” de Silvia Zapata –“A pesar de tanto gris” de Luz Marina Posada – “Mi país” de Guillermo Calderón –  “Toitico bien empacao” de Katie James – “La cascada” de Fabio Alberto Ramírez – “Pintor” de Doris Chávez – “Aprendiendo a vivir” de Héctor Ochoa Cárdenas – “La nana” de Ana María Naranjo – «A quien le pido» y «Osito de felpa» entre cientos más de hermosas canciones que hablan de nación, paisaje, reconciliación, esperanza e identidad.

La lista de autores y compositores de bellas obras es muy, pero muy grande, como grande es el desconocimiento de las mismas por falta de difusión. Obras y autores que deben estar en las aulas de los niños y los maestros para construir una Colombia en paz.

Recordemos que en Colombia se han creado varios festivales para los niños como el Cuyabrito de Oro en Armenia, el Encuentro Mateo Ibarra de Ginebra en el Mono Núñez, El Cacique Tundama en Duitama, El Zuhe de Oro en Sogamoso, El Encuentro Infantil Feijoa de Oro en Tibasosa, El Turpial Cafetero y otros más donde cada año surgen nuevas composiciones con textos al alcance e intelecto de los niños.

Que tengamos o no apego por la identidad depende de todos, e incluso de aquellos que se rasgan las vestiduras, hablan de creer en lo nuestro, pero son indiferentes con los contenidos que supuestamente defienden y reclaman tanto. La doble moral que nos asiste.

Menos carreta y más acciones, menos palabra y más hechos concretos en fin… Manos a la obra porque nuestros infantes nos necesitan. 

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¡Y de folclor pocón pocón!

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